Verle, sentirle, escucharle y besarle.

Hacía mucho que no le veía. Hacía mucho que no sabía de él. Pero llegaba el momento de volverlo a ver, de volverlo a ver con su sonrisa constante en la cara. 

Iba con una amiga, parecía más nerviosa que la que debía estarlo. 

Habrá cambiado? se preguntaba. Será distinto a como lo recordaba?

Entran en el local donde se han citado los cuatro. 

A ella le empieza a correr un hormigueo rápido por el estómago. ¿A qué se debe?. No, no lo sabe. Bueno a lo mejor si. Ella está enamorada. Está enamorada como nadie puede estarlo. Le quiere. Desea verle. Pero por el contrario está nerviosa, mucho.

Las dos recorren el local con la mirada, no los ven. Empiezan a abrirse dudas de ¿Habrán venido?. Pero esas dudas se van. Alguien saluda a su amiga. Es el amigo de él. Él en cambio está hablando con una chica. Ella se queda parada, no sabe como reaccionar. Le dan ganas hasta de irse. Pero es la camarera. Entonces el se gira, la mira, él sonríe y ella? ella más aun. Se acercan, hay mucha gente pero aún así lo hacen. Se queda callada, no sabe que decir, ha pasado mucho tiempo. Él la mira y le dice: ¿qué? no me saludas?. Sonríe con esa sonrisa que solo le sale a él y le da un beso. Y otro. Y otro más. Y se pierden. Parece que toda la gente que antes había a su alrededor se haya ido. Solo están ella y él.

No hacen falta palabras en este momento para ellos. Existen los besos. Esos que los dejan sin respiración. Esos, que parecen no acabar nunca. Esos besos, que no quieren que acaben.